jueves, 17 de julio de 2008

SONETO DEL QUE DESESPERA


Tú no vendrás... tampoco vendrá ella...
Ni mi Señor ni la mujer que amo
vendrán a mí siguiendo alguna estrella
hasta el hueco pesebre de mis manos.

Un Herodes fatal ha degollado
(sentado del Señor a su siniestra)
al niño que soñó con cielo y nardos
tendido de su amor en las praderas.

Y en torno de mi cuerpo una maleza
se alzó con la violencia de sus cardos,
y hoy vago en la espesura de una selva.

Por eso es que en la hora de los astros
la voz de Dios confundo con mis pasos...
los lazos de mi amada con mis venas.


*

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