Yo con mi palma ausculto cada noche
el árbol desalmado de mi puerta,
por ver si ya lo anima, golpe a golpe,
la azul palpitación de algún llamado.
Y sólo gris quietud es la respuesta
a las auscultaciones de mi mano
que ansía un crepitar de corazones
y en vano contra el roble queda abierta.
Ni un aldabón de viento ni la niebla
de un puño fantasmal bate el madero
al que me crucifico en ardua espera.
Y es cual pegar el rostro contra el lecho
letal de un ataúd que guarda el cuerpo
de la que en otra vida me quisiera.
*
el árbol desalmado de mi puerta,
por ver si ya lo anima, golpe a golpe,
la azul palpitación de algún llamado.
Y sólo gris quietud es la respuesta
a las auscultaciones de mi mano
que ansía un crepitar de corazones
y en vano contra el roble queda abierta.
Ni un aldabón de viento ni la niebla
de un puño fantasmal bate el madero
al que me crucifico en ardua espera.
Y es cual pegar el rostro contra el lecho
letal de un ataúd que guarda el cuerpo
de la que en otra vida me quisiera.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario