jueves, 17 de julio de 2008

AUSENCIA

¡Señor!... ¡Señor!
Que no me doy alcance,
que estoy en otro sitio nuevamente
y nuevamente estoy cual sin estarme.
Que no sé dónde estoy ni dónde he estado,
que vengo de mi infancia fugitiva
como un prófugo ser desmemoriado.

Que no es verdad que estoy aquí sentado
escribiendo palabras decisivas
en la nieve perpetua de este espacio,
que mi voz suena y arde como el rayo
que latiga malezas y cardales
inflamando las horas a su paso.

Que me sorprendes nuevamente amando
con este mismo amor desamorado
con el que he amado siempre que no he amado,
que vuelo tras de mí, celosamente,
como vuela la liebre perseguida
por el fantasma de su instinto alado.






Que no me doy alcance en esta vida
en la que siempre estoy por ausentarme
de donde nunca ni sabré si he estado,
que vivo en una eterna despedida
atravesando en sueños los umbrales
de un palacio de hielo abandonado.

Que voy tras de mi vida y de mi sangre
persiguiéndome el eco de los pasos
que aletean de frío en las ojivas,
que voy por un sinfín de galerías
como un niño perdido en las ciudades
de un universo que no fue fundado.

Que no me doy alcance en esta vida
en la que siempre estoy cual sin estarme,
en la que soy sin serme, en la que vivo
con la grave certeza de alcanzarme
¡Señor! ¡Señor!...
Cuando me haya ido.

*

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