jueves, 17 de julio de 2008

ROCÍO


Vida leve y recóndita que aún ayer no existías
Y en su vientre morabas como un haz de penumbra,
Luz sin peso y sin alas, voz sin boca y sin hálito
Que ovillada en el seno de tu nombre dormías.

Eras toda silencio en tu nada estrellada,
Era el fondo del Verbo el calor de tu nido
Y en la noche sin luna de tus solas pupilas
Una niña sin rostro con pavor se miraba.

Pero estaba en los ojos de otro ser el espejo,
Pero estaba en el cielo de otro espacio tu vida,
Y tus pies sin conciencia de su bello destino
Persiguieron la huella zodiacal de una estrella.

Así entraste en el mundo y en la mar de la sangre,
A sumarte a la antigua procesión del latido,
Y a dejar modelarte en la más pura arcilla
Por las manos pacientes y el amor de tu madre.

No hay comentarios: