jueves, 17 de julio de 2008

EXHORTACIÓN PATÉTICA A UNA JOVEN ARTISTA PRONTA A HACER SU PRIMERA ESCULTURA EN MÁRMOL

¡Ah! el porfiado e imposible mármol
de cuerpo blanco y bello
como el de una diosa olímpica;
o negro, luciente, y tenso
como el de una adolescente etíope
que acaba de emerger, en medio de la noche
de un río selvático.

Pero es a ti, divinidad helena,
y son tus hombros aún no curvados,
aún no precipitados en la sutil cascada
de los dedos, que un ademán glacial
dejará intactos...
Es a ti, bloque de nieve petrificada,
informe, que espera la puñalada
terca, caliente, del cincel amoroso
que ultrajará tu carne no vengada,
por siempre no vengada.







No hay amor más violento, más violento
y ardiente que este del mármol
que no se entrega,
que se resiste como un puño de hielo
cerrado, y el cincel amoroso
que vulnera y vulnera.
Es a ti, roca de luna imposible,
espalda tú toda en que apoyo mi frente
desnuda... pulida... marmórea.

¡Que empiece la artista!
Que hurgue las formas y las redondee,
que combe los pechos y curve los bordes
y arquee las piernas... hundiéndole el sexo
debajo del vientre.
Que empieza a tentarme su más fina arista
como un precipicio de viento y de nieve.
¡Que empiece la artista!
Y entonces resbalen mis venas cegadas
por todo su cuerpo, de nuevo cerrado,
de nuevo sin frío, de nuevo... ¡de nuevo!...
de nuevo imposible.







No hay amor más violento, más violento
y ardiente que este del mármol
que no se entrega,
que se resiste como un puño de hielo
cerrado, y el cincel amoroso
que vulnera y vulnera.
No hay amor más violento...
ni fruto de este amor más duradero
en toda la tierra.


*

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